Debate sobre la calle de la masacre

Cromañón: 5 años y medio después, Mitre sigue cerrada

21/06/10 El proyecto de un memorial no logra consenso total La mayoría de los familiares de las 194 víctimas del incendio quiere que la calle se abra pero un grupo no quiere que toquen el actual santuario. Y los vecinos se quejan por el caos de tránsito que se genera.

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Ofrendas y zapatillas, recuerdos de una tragedia que perduran y se desgastan en el tiempo, como la calle cortada por vallas frente al edificio incendiado de Cromañón, que la gente no visita.

 

El corte y los desvíos.

El humo se disipó hace rato, pero el horror quedó grabado en Bartolomé Mitre al 3000. Se lo siente en la atmósfera, cargada de zapatillas manchadas de hollín. El pequeño tramo de la calle entre Jean Jaures y Ecuador, quedó casi tal cual como aquella noche del 30 de diciembre de 2004, cuando en un incendio murieron 194 chicos y mayores que habían ido a ver a Callejeros en el boliche Cromañón. El único movimiento que se ve ahora es el de los policías de guardia. A fin de este mes se van a cumplir cinco años y medio de la tragedia, pero todavía no hay consenso acerca de si volver a abrir o no la calle.

La reapertura de Bartolomé Mitre fue anunciada hace dos años por Mauricio Macri. Los familiares de las víctimas se opusieron, argumentando que aún no había terminado el juicio. Los vecinos, en cambio, siempre quisieron que se reabra. Por la zona circulan 30 líneas de colectivos y el cierre las obliga a desviarse y sobrecargar las calles Jean Jaures, Hipólito Yrigoyen y La Rioja que en las horas pico son un nudo.

“El tráfico y las sirenas son insoportables –cuenta Juan Carlos Paonezza, que trabaja en un garage de Jean Jaures y Mitre–. Después de doce horas acá adentro, termino con la cabeza destruida. Lamento mucho la muerte de todos esos pibes, pero no me parece que haya que cortar una calle para siempre . Aunque sé que el que la abra va a tener un costo político”.

En mayo del año pasado, el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño llamó a licitación para construir un memorial de la tragedia en la calle. El proyecto fue ideado por los arquitectos Pablo Suárez y Mariano Orlando, ganadores de un concurso de la Sociedad Central de Arquitectos. Consiste en unificar el solado de la calle, sus veredas y la “plaza de la memoria” ya existente; levantar un faro de 25 metros, y hacer un sendero de granito negro con los nombres de las víctimas. Todo esto, reabriendo Mitre con un sistema de reductores de velocidad para que los que pasen por la calle recuerden la tragedia.

La obra fue preadjudicada, con un presupuesto de $ 4 millones, y el Ejecutivo llegó a anunciar que estaría lista en julio. Pero aunque un grupo de padres estaba de acuerdo, el desacuerdo de otros la frenó.

“Estamos trabajando para construir un consenso –explica Edgardo Berón, subsecretario de Derechos Humanos de la Ciudad, uno de los interlocutores del Ejecutivo con los familiares–. Cuando empezamos la mesa de diálogo, algunos padres plantearon que iban a impedir el inicio de las obras. Es gente que sufrió mucho como para agregarles esa tensión. Para nosotros no se trata de un problema de tránsito, sino de hacer un espacio para recordar a los chicos”.

Hoy, en Ecuador y Mitre hay una “plaza de la memoria” hecha por el Gobierno porteño y un santuario improvisado por los familiares con altares, zapatillas y fotos. Además de los familiares, cada tanto va algún curioso. Como Jorge y María Laura, de Berazategui, que aprovecharon una visita al médico en Capital para “saber cómo era Cromañón” junto a sus hijos, de 4 y 5 años. “Nos da un poquito de impresión. Qué lástima, tantas vidas perdidas”, comentaron.

“Muchos padres sentimos que el santuario y la plaza de la memoria no representan a nuestros hijos –dice Cristina Bernasconi, la mamá de Nicolás Landoni–. Pero respetamos la posición de los padres que sí los sienten representados ahí. Los objetos del santuario están deteriorados y tanto ahí como en la plaza hay una suciedad terrible. Además, yo no puedo decir que mi hijo sigue tirado en una calle como esa noche, aunque respeto a los que piensan así”.

Bernasconi, de la Asociación Civil “Que no se repita”, está de acuerdo con la apertura de la calle al tránsito. “A mí me parece que teniendo esa calle cerrada la sociedad se olvida de lo que fue Cromañón –afirma–. Hace falta un memorial que recuerde lo que sucedió, para que la sociedad no olvide que ésta ha sido la peor tragedia evitable. Y este proyecto es bellísimo. El único cambio que pedimos es que, además de los nombres, pongan las fotos de nuestros hijos”.

Otro grupo de padres, sin embargo, se opone a la reapertura de la calle. “Pasaron 65 meses y hay 194 chicos que no vuelven a casa, a los que muchas mamás seguimos esperando, y sobrevivientes con dificultades para reinsertarse en la vida. Y ningún responsable está preso. Mientras, nuestra lucha es diaria: para levantarnos, para conseguir medicamentos, para lograr un turno médico, para que el Ministerio de Salud porteño atienda los reclamos de la gente que necesita operarse por secuelas de esa noche. ¿Cómo hablar de qué hacer con la calle Bartolomé Mitre cuando hay otras prioridades?”, sostiene Nilda Gómez, la mamá de Mariano Benítez.

Impulsora de la ONG “Familias por la vida”, Gómez insiste: “Los lomos de burro van a durar tres meses y un monumento a nosotros no nos cambia nada. Que usen el millón de dólares que va a costar el memorial para mejorar el sistema de salud. Además, queremos que ese tramo de Mitre sea peatonal. Ese pedacito de calle, aquella noche quedó alfombrado con los cuerpos de nuestros chicos. Ese lugar es espanto. Es un lugar santo”.

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